Pedro Marset
El proceso de Bolonia está basado en los cantos de sirena de homogeneizar las titulaciones en toda Europa y así facilitar la movilidad profesional de los/las graduados/as universitarios/as.
A ello pocos pondrían reparos, pero sobre la marcha ha irrumpido la Estrategia de Lisboa del año 2000 que abogaba por conseguir una Unión Europea para el año 2010 más eficaz y competitiva que Estados Unidos y Japón. A tal fin se supeditaron todas las políticas (desregulación laboral, eliminación de intervenciones públicas, primacía de los intereses de las inversiones privadas, etc) y entre ellas con un papel crucial la formación para la "empleabilidad" de los profesionales para adaptarlos a un escenario económico cambiante y precario.
La manipulación del proceso de Bolonia por este imperativo ha conducido a que se introduzcan criterios economicistas, de rentabilidad y competitividad, así como financiación privada discriminatioria. De ahí la exigencia de PARAR el proceso de Bolonia y exigir un debate público amplio, capaz de reconducir todo el proceso hacia la consecución de más democracia y responsabilidad social, justo cuando el prometido maná del liberalismo se ha hundido.
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